viernes, 7 de agosto de 2015

Travelia Kunn ayer me habló de su carta


            La carta es breve: Mis datos y un por qué. Hace tres meses que me mira con ojos de papel cansado, desde la bandeja de correspondencia.
            Veinte cuadras hasta el correo es el tramo que puede marcar la diferencia. Aún no pude. Hay cosas que atender primero.
            He compartido amor y lo que pude. He abierto casas en el aire, que suelo espiar por sus ventanas como una extraña que observa su propio verbo, como una itinerante que se pasea por voces ajenas y celuloides viejos, en una habitación de espejismos. He cedido cuanta posesión cabía. He repartido mis ropajes entre los necesitados. He donado mis joyas por completo. He marcado cada letra a gota de sangre y fuego de espíritu, para volar a otras almas, a otros seres.
            Me quedan mil libros apilados en el piso y cien kilos de papeles mal escritos; también tres perros, que intento cada día, se desprendan de mi amor y me quieran un poquito menos.
            Tengo marcado en mis ojos un horizonte, una barca ligera se ensancha en mi espíritu y están prestos los remos veloces de mi valentía y mi coraje.
            La soledad parece ser de mi incumbencia.
            Afuera sopla un viento gélido y está lloviendo. Encenderé la lumbre para disipar las sombras de mis enredos indecisos.
            La mano amiga siempre aparece justo cuando mi hombro llora la indiferencia del amor que derrapó hasta hundirse en la pecera. Bebemos un café a contrapelo de la vida y extorsionamos a la risa hasta que acepta hacerse cargo en todos y cada uno de los rincones de la casa quieta.
            Las lágrimas se hacen un hueco corazón adentro y en el mutismo de la madrugada, el aroma a vino, las voces dulces de mis camaradas y el rasguido melancólico de una guitarra, las tienta en un arribo a mi mirada.
            Ayer es pasado, el día de hoy aún no ha clareado, la carta espera, África parece absurdamente lejos y aún estoy sin decidir si he de marcharme en el hueco de un secreto y para siempre.


María Inés

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